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Hoy he tenido un día de esos en los que uno anda con el nubarrón tenebroso, tronante y centelleante flotando todo el santo día sobre la pobre cabecita loca. Traigo el ánimo desencajado y me dijeron por ahí que no nada más eso sino con un bloqueo de esos imposibles.

Tengo una amiga--muy nueva, pero de esas amistades que se sienten como de toda la vida--que se la pasó tratando de animarme por la mañana. Una cosa santa ella. Perecita, cada cosa buena vibra que decía chocaba estrepitosamente con NO mío.
No lo hice a propósito ni puedo decir que ando de malas, pero simplemente hoy mi vida no la veo de color de rosa (ni verde, ni blanca, ni azul, ni morada, ni roja ni negra), sino más bien como de un gris rata muy gastado y mediocre. Ya les digo, el nubarrón a todo lo que da, una tormenta eléctrica que es como una crisis de los 30 adelantada, por citar a Sylvia, que me ha tenido todo el día rumiando necedades. Después de aventarme un round de terapia messengeresca logré trabajar un poco en un diseño colegiado de una clase, pero después de comer el nubarrón volvió encorriendito y me tiene en plan de PUAJ! No dejo de ver el reloj, cual vil Pedro Picapiedra, a la espera de poder largarme de la oficina.

Ya me quiero ir a mi casa...

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