Wild mood swing

Leí en un blog una canción. Una canción que desde niña me conmovía hasta los huesos. Una canción para una muchacha de ojos tristes.
Y no sé. De repente me dieron ganas de llorar.

Traigo ganas de llorar: Por la canción, por los recuerdos, por mi infancia, por los días que se fueron, por Alessandro Baricco y las ganas enormes de leerme cada una de sus novelas. Por la alegría de tener una amiga novelista, ya certificada y todo. Por su valor al escribir. Yo probablemente sería unos de esos escritores cobardes y me comería mi novela.

Traigo ganas de llorar: Porque no puedo dejar de tararear la canción. Y me acuerdo de París con aguacero. Porque mis amigos borrachos llamaron anoche, desempacaditos del DF, para salir y no salí. Yo no sé si soñé que soñaba que me hablaban.

Traigo ganas de llorar: Porque quiero una cocina roja y una casa con una puerta más roja todavía. Y no sé si irme o quedarme. Y si me voy ¿quién besará su cicatriz?

Traigo ganas de llorar: Porque tengo un corazón cobarde y no sé como enfrentarme a lo que viene. Porque hay gente valiente que va tras lo que quiere y yo me quedo quieta a un ladito del camino.

Traigo ganas de llorar: Porque nadie me dedica canciones. Porque nunca he inspirado a nadie. Porque alguien me ama y no sé como amarlo con la misma intensidad. Porque estar con él es estar en calma y no sé que hacer conmigo misma en la quietud.

Traigo ganas de llorar un llanto tranquilo, tibio y rezagado.
Pero más que nada, traigo ganas de llorar, y de abrazar, y de perdonar, y de olvidar...

Comments

Popular posts from this blog

Movie-star sadness

De guapos y futbol