Verde que te quiero verde

Hoy, a la hora de la comida, la Sylvia me pintó las uñas de color verde radioactivo.
Luego la convencí de ir por algo dulce.
Y ella me conveció de un Starbucks.
Nos fuimos en su carro nuevo.
Platicamos.
Compartimos un pastel de zanahoria.
Por desgracia me comí la mayoría del glaseado.
Pobre Sylvia.
Nos regresamos al trabajo.
Ahora estoy sufriendo de una sobredósis de azúcar y cafeína.
Tengo la panza redonda, como Buda.
No nos reímos a carcajadas.
No nos dijimos que nos queremos y seremos bff.
No posamos para el como estuvo.
Pero derepente sentí como si estuviera en la secundaria con una de mis mejores amigas.

Hay días en los que es muy bueno dejar que le pinten las uñas verde radioactivo.

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