Diciembre.

Hace frío y lo que cala no es diciembre, es tu ausencia.
La alegría de los otros, las luces, las sonrisas, los abrazos, los cantos. Todo está allá, tan cerca y tan lejos de esta bruma.
No importa que tanta sea la algarabía, el hueco de tu ausencia trae consigo un silencio ensordecedor.
La vida sigue. Me repito y me repiten.
El tiempo pasa y cura todo, dicen.
Y mientras tanto este diciembre se me hace eterno.
Anhelo el verano, me gusta pensar que será limpio y claro...

Tengo frío. No estás. Eso cala hasta los huesos.

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