De traducción y cosas peores...

¿Al final que significa la palabra? ¿No tiene acaso tanto peso el silencio como ella?
Hay un motivo tras lo que decidimos callar o decir, un motivo que a veces resulta producto del azar sin destino.
Somos intérpretes constantes tanto de nuestros pensamientos y de nuestros silencios , como de los ajenos.
La palabra significa y es el intérprete quien le asigna un valor basado en sus propias conjeturas; pero el silencio, el acto de callar no tiene un significado preestablecido lingüísticamente. Callar es un acto íntimo del habla, es solamente a través de la interpretación y la conjetura que se intuye la intención del otro.
¿Cuál es la intención comunicativa tras una frase? ¿Qué valorización de las distintas posibilidades enunciativas determina el orden sintáctico de la misma?
Existe una necesidad de traducir/interpretar lo que el otro dice; ésta obsesión poco a poco desvaloriza la intención comunicativa y la sustituye por la importancia del hecho mismo de la traducción. El significado de un hecho o texto se vuelve entonces mutable, ya que dependerá de la subjetividad y parcialidad del individuo...
Y aquí es cuando me detengo y ya no sigo transcribiendo el resto de lo que escribí en mi cuaderno. Tenía ganas de postear algo, pero 3 o 4 días de nada no dan mucho para eso, así que ahí les dejo los devaneos de mi mente encafeínada una noche a las 3 de la mañana, cuando estaba pesando en mi trabajo sobre "Corazón tan blanco".

Comments

Carlos Mal said…
Qué maniaco. Justo hace unos días publiqué en mi blog unas líneas sobre la traducción también, y las inicio con la asunción de que se ha hablado demasiado ya de la traducción... y el hecho de que nuestros textos convivan casi sincrónicamente reafirma mi teoría. WOOO!

O lo que es lo mismo: ¡la bestia, qué casualidad...!
Lady of Shalott said…
deberías de ver en lo que terminó el trabajo jajaja

un saludo

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